miércoles, julio 23, 2008

1 y 2 semana de vida

Cuando llegamos con la bebé tuvimos que readecuar la casa, nos dijeron que la calefacción debía ser eléctrica, y mantener temperado en el lugar en que se encuentra la bebé. Sobretodo antes de cada muda.

Han sido semanas de acomodaciones, tanto de parte nuestra como de ella. Duerme la mayor parte del día, y cada cuatro horas despierta, para tomar la papa. Lo que más me cuesta es hacerla dormir en la noche, pues quiere seguir enlazada al pecho. Cuando estaba embarazada me decían aprovecha de dormir, ahora lo entiendo perfectamente.

Pero dentro de todo es hermoso tenerla en mis brazos, mirarla a los ojos y que me mire. Ya hace seguimiento de un objeto con la vista. Ahora pongo en práctica lo que aprendí de la etapa sensoriomotriz.
Algo importante, ayer perdió su ombliguito, se lo guardé en una cajita, para que ella lo vea cuando crezca.

jueves, julio 17, 2008

Nacimiento de Anaís


La noche del jueves pasado comencé con las contracciones. Estaba dudosa, pues por más que me decían lo de las contracciones, no sabía exactamente como eran, pues hasta ese entonces sólo sentía guatita dura y cero dolor. Ese día comencé a sentir unos fuertos dolores como de regla que me atravesaban el cuerpo y llegaban a la espalda.


Las fuimos midiendo cada cuanto venían con un cronómetro y estaban bastante cercanas, cada tres minutos venía una nueva clavada y aún más fuerte. Me aliviaba caminar y colocarme en cuclillas para mitigar el dolor, pero continuaba y continuaba. Ya no pude más y partimos al hospital como a las 23:30, esperanzados que no fuera falsa alarma y no me fueran a devolver.


Llegamos sumamente rápido, el pobre chofer del radiotaxi, debió manejar rapidísimo y logró llegar en mucho menos tiempo de lo que nos demoramos comunmente.
Cuando llegamos allá, me tomaron la presión, temperatura y me realizaron tacto para ver en que punto de dilatación iba. Como tenía un buen cuello de dilatación del útero me dejaron hospitalizada. Hasta ese entonces mi bolsa aún no se rompía, así que mi guatita seguía bien alta. Me llevaron a pre parto y siguieron las contracciones cada vez más fuerte, me preguntaron si quería anestecia, y accedí.

Luego vino el anestecista y me puso la peridural en la espalda, que dolor sentí, pues iba en el hueso de mi columna y sentí correr un líquido muy frío por ella.
Disminuyó de a poco el dolor y me sentí bastante mejor, creo que hasta dormí un poco, yo continuaba monitoreada con la maquinita aquella que medía las contracciones y aún no iban a tal punto para entrar a parto, así que seguí esperando y el dolor volvió y mucho más fuerte. Me dijeron que esperara por la nueva dosis de anestecia, pues no era bueno tanta dosis, pues no agilizaría la labor de parto.

Me vinieron una ganas de pujar inmensa, además de las contracciones que había vuelto nuevamente con el dolor. Ahí fue cuando me colocaron una última dosis de anestecia y me llevaron a pabellón. Recorrí esos pasillos mirando los cielos, desesperada por el dolor, hasta que me instalaron en la camilla operatoria. Sentía ganas de pujar y ya no aguantaba más, y a mi marido aún no lo hacía pasar. Me desesperaba ver que ya no podía más y que el tal vez no alcanzaría a estar allí, hasta que lo vi llegar. Pujé y pujé. Era mucha fuerza la que debía generar y me agotaba, y ahi la bebé se volvía a entrar, hasta que hice un gran esfuerzo y ella salió. Casi me desvanecí, cuando el médico y mi esposo me dicen, ¡Mira, ya está aquí tu bebé! Fue hermoso, no la pude tomar de inmediato, pues se enredó con el cordó umbilical, pero luego me la trajeron envuelta y pude verla, y ella a mi, pues abrió sus ojitos mirando para todos lados.


Luego se la llevaron, cuando pensé que ya todo había terminado me volvieron a anesteciar, pero nuevamente no sentí los efectos de la anestecia y sentía cada cocida que dio el médico en mi piel, hasta me dio la impresión que me corcheteó. Por fin acabó todo y me llevaron a una sala de recuperación, ahí dormí unos minutos y recuperé calor, pues al salir de pabellón sentí un frío horrible, como tersiana.


Más tarde me llevaron a la habitación y llevaron a mi hija.
Que linda, la pude tomar y regalonear. El inmenso dolor que sentí no era nada comparado con esa felicidad de tenerla a mi lado.
Mi beba midió 52 centímetros y pesó 3.700. Nació por parto normal el 11 de julio a las 5:14 de la mañana.

Bienvenida Anaís.

martes, julio 08, 2008

Semana 40

Llegué a la semana 40, de hecho pasé mi posible fecha de parto que era para el 7 de julio y sigo en la espera. Ayer me hice un test de monitoreo y mis contracciones se veían distanciadas, como a estas alturas ya corresponde un control mensual, me dijeron que pidiera hora con el ginecólogo lo antes posible. Así que hoy me fui temprano al hospital y tuve la experiencia más desagradable que he tenido en la vida. Pues como ya estoy en semana 40 el médico me indujo para que vengan las contracciones y nazca mi bebé dentro de dos días a más tardar.


Me hicieron tacto, pero es tan doloroso y desagradable que no hayaba la hora que terminara. Menos mal que el doctor era simpático, y bien concreto para explicarnos los pasos que seguirían a este procedimiento.
Después que salimos del hospital aprovechamos de caminar desde tobalaba hasta metro bellas artes, larga caminata, pausada eso sí y con breves detenciones.


Estoy tan asustada, ahora llegué a casita y he visto una leve mancha rosada en mi ropa, así que por lo visto, la bebé llegará pronto. Las contracciones continuan sin dolor, pero la guatita dura como un palo. La ansiedad me trastorna.

viernes, julio 04, 2008

Breve paréntesis

Hay veces en la vida que hay que ser como un payaso de circo, por mucho que te estés desgarrando por dentro debes aparentar que estas bien. Tus amigos, conocidos, familiares te preguntan que como estás y respondes "bien".
Siempre he tenido la sensibilidad a flor de piel, demasiado emotiva para mi gusto, pero con el embarazo he desarrollado aún más esa sensibilidad.


Lamentablemente no todo en el matrimonio es color de miel, el mío lamentablemente se ha visto sumamente afectado por el karma de la "suegra". A mi marido lo amo mucho, es un buen hombre, trabajador y comprometido con la vida. Sé que el me quiere también, pero su señora madre vive con nosotros.

Desde el momento que quedé embarazada sentí que su actitud cambiaba, más de alguna vez un escándalo hizo. Y así fui conociéndola realmente como era. Un espejo con dos caras.
Todo mi embarazo ha sido lágrimas y llanto por su culpa, ya no soporto su presencia, sus actitudes, todo me molesta de ella. Ya no sé que hacer, mi marido piensa que yo soy muy extremista.
Acostumbra a encerrarse en su pieza, para que el hijo le lleve la comida allí y la atienda, o bien su último show, fue irse lejos por una semana para que el hijo estuviese al pendiente y la llamase a diario. Algo de sicología manejo, por mi trabajo, y sé que todo eso lo hace para llamar la atención, que con la llegada de la bebé se siente dejada de lado y por eso realiza todas esas artimañas.
El caso que ya no soporto más, trato de estar en esta casa el menos tiempo posible, pues ni siquiera la considero mi casa, pues donde mire están sus cosas. Me la paso la mayor parte del tiempo en casa de mis padres, y estos días en que dejé de trabajar, pudiendo levantarme un poco más tarde, igual madrugo para slair temprano y no topármela.
Decidí ignorarle, pues cada vez que me quejo con mi marido de sus actitudes, él no me da el favor a mi. La ignoro y mi marido se enfada conmigo. Ya no se que hacer, yo a él lo quiero mucho y no quiero acabar algo por culpa de la señora esta.

Si hay algo que deberé agradecerle siempre a esta señora, que todo mi embarazo fue sufrido gracias a ella.