jueves, julio 17, 2008

Nacimiento de Anaís


La noche del jueves pasado comencé con las contracciones. Estaba dudosa, pues por más que me decían lo de las contracciones, no sabía exactamente como eran, pues hasta ese entonces sólo sentía guatita dura y cero dolor. Ese día comencé a sentir unos fuertos dolores como de regla que me atravesaban el cuerpo y llegaban a la espalda.


Las fuimos midiendo cada cuanto venían con un cronómetro y estaban bastante cercanas, cada tres minutos venía una nueva clavada y aún más fuerte. Me aliviaba caminar y colocarme en cuclillas para mitigar el dolor, pero continuaba y continuaba. Ya no pude más y partimos al hospital como a las 23:30, esperanzados que no fuera falsa alarma y no me fueran a devolver.


Llegamos sumamente rápido, el pobre chofer del radiotaxi, debió manejar rapidísimo y logró llegar en mucho menos tiempo de lo que nos demoramos comunmente.
Cuando llegamos allá, me tomaron la presión, temperatura y me realizaron tacto para ver en que punto de dilatación iba. Como tenía un buen cuello de dilatación del útero me dejaron hospitalizada. Hasta ese entonces mi bolsa aún no se rompía, así que mi guatita seguía bien alta. Me llevaron a pre parto y siguieron las contracciones cada vez más fuerte, me preguntaron si quería anestecia, y accedí.

Luego vino el anestecista y me puso la peridural en la espalda, que dolor sentí, pues iba en el hueso de mi columna y sentí correr un líquido muy frío por ella.
Disminuyó de a poco el dolor y me sentí bastante mejor, creo que hasta dormí un poco, yo continuaba monitoreada con la maquinita aquella que medía las contracciones y aún no iban a tal punto para entrar a parto, así que seguí esperando y el dolor volvió y mucho más fuerte. Me dijeron que esperara por la nueva dosis de anestecia, pues no era bueno tanta dosis, pues no agilizaría la labor de parto.

Me vinieron una ganas de pujar inmensa, además de las contracciones que había vuelto nuevamente con el dolor. Ahí fue cuando me colocaron una última dosis de anestecia y me llevaron a pabellón. Recorrí esos pasillos mirando los cielos, desesperada por el dolor, hasta que me instalaron en la camilla operatoria. Sentía ganas de pujar y ya no aguantaba más, y a mi marido aún no lo hacía pasar. Me desesperaba ver que ya no podía más y que el tal vez no alcanzaría a estar allí, hasta que lo vi llegar. Pujé y pujé. Era mucha fuerza la que debía generar y me agotaba, y ahi la bebé se volvía a entrar, hasta que hice un gran esfuerzo y ella salió. Casi me desvanecí, cuando el médico y mi esposo me dicen, ¡Mira, ya está aquí tu bebé! Fue hermoso, no la pude tomar de inmediato, pues se enredó con el cordó umbilical, pero luego me la trajeron envuelta y pude verla, y ella a mi, pues abrió sus ojitos mirando para todos lados.


Luego se la llevaron, cuando pensé que ya todo había terminado me volvieron a anesteciar, pero nuevamente no sentí los efectos de la anestecia y sentía cada cocida que dio el médico en mi piel, hasta me dio la impresión que me corcheteó. Por fin acabó todo y me llevaron a una sala de recuperación, ahí dormí unos minutos y recuperé calor, pues al salir de pabellón sentí un frío horrible, como tersiana.


Más tarde me llevaron a la habitación y llevaron a mi hija.
Que linda, la pude tomar y regalonear. El inmenso dolor que sentí no era nada comparado con esa felicidad de tenerla a mi lado.
Mi beba midió 52 centímetros y pesó 3.700. Nació por parto normal el 11 de julio a las 5:14 de la mañana.

Bienvenida Anaís.

1 Comments:

Blogger Aynna Dannan said...

OHHH y es tan lindaa!!
Felicitaciones y un abrazo

11:30 p. m.  

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