En las calles

Años atrás cuando estudiaba en la Universidad se me presentó la oportunidad de participar en colectas, recuerdo que participé en dos, ambas para instituciones con niños con discapacidades físicas o mentales.
Antes de salir a la calle, me daba un poco de nervios, aquel preámbulo en que debía ponerme el delantal, la bolsita y salir a pedir la colaboración monetaria de los demás, me ponía un poco temerosa, quizás un poco de verguenza, pero en el momento se me iban todos los miedos, y podía hacerlo bastante bien.


Este fin de semana viví una situación muy similar, salí nuevamente a las calles, pero esta vez no en colecta, sino a medir las calles. Cumplí el rol de alarife, quien es el que ayuda al topógrafo a medir terrenos, en esta ocasión fue en la vía pública. Tuve que ponerme una cazadora y nivelar equilibradamente el plomo, que ayudaría al topógrafo a calcular el terreno. La gente nos miraba, muchos nos preguntaban que hacíamos. Nunca había realizado una labor similar, pese a lo cansador que era, me gustó, fue una experiencia distinta, y aprendí muchas cosas.
De hecho ahora cuando camino por las calles, puedo entender cuando hay clavos y números pintados en las veredas.