Blanco y negro

Han sido largos los días de lluvia, desde granizos, viento, tormenta eléctrica y mucho frío. Ayer sentí rabia, e impotencia, la micro en la que venía corría rápido, levantando el agua acumulada en las orillas de la calzada. En el camino vi como una madre y su hijo se burlaban, porque el alocado chofer había mojado a un niño que resultó ser compañero de curso del pequeño.
Hoy mientras esperaba la micro en el "diminuto" paradero, experimenté como muchos autos se deslizaban con precausión, pero otros sin empatía alguna, corrían a gran velocidad y pegados a las orillas, tirando agua por doquier.

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Cuando me tocó bajar de la micro, la calle parecía canal. En una esquina habían colocado un fierro, pero angosto y titubee si cruzar o no, pues mi equilibrio no es lo máximo. El caso, que de repente sale un mecánico que trabajaba por ahí, se coloca bajo la lluvia, y sin recompenza monetaria alguna, nos ayudó a pasar a algunas mujeres que no nos atrevíamos.

Existe el libre albedrío, pero ¿que cuesta ser amable?. Yo por lo menos me siento mucho mejor cuando lo hago.